viernes, 20 de abril de 2012

Lo siento mucho, me he equivocado. No volverá a ocurrir.

Ayer escuché una conversación en el Cercanías cuando iba a trabajar entre dos mujeres de unos 50 años. Una le decía a la otra: - Anda que el Rey… ¿Le has visto en la tele en una foto con un elefante muerto detrás? En la vida me habría yo imaginado que ese hombre se dedicase a matar elefantes y tigres, de verdad. Con lo campechano que parece…  Tras este comentario, su amiga se limitaba a asentir con la cabeza y mirar al suelo.

Comentarios como este en los que califican al Rey de “campechano” los hemos oído todos miles de veces. No sólo entre compañeros de trabajo, amigos y conocidos. También en declaraciones públicas de gente famosa supuestamente respetable, artículos de opinión, libros… Es una opinión muy extendida en nuestra sociedad. Personalmente me pone de muy mala leche cuando la escucho.

Sigo sin entender de dónde viene esa leyenda urbana tan arraigada de que el Rey es tan campechano. No entiendo cómo puede sorprender a alguien la noticia del Rey de cacería en Botsuana, a estas alturas de la película. Supongo que vivimos en un país que olvida rápido. Carecemos de la memoria histórica que últimamente escuchamos tanto en los medios.

También hemos de reconocer que durante mucho tiempo el Rey ha jugado muy bien sus cartas. Hace tiempo escuché que al Rey le llamaban “el cuchara”, porque ni pincha ni corta. Realmente es un término que le viene al pelo. Eso es lo que le ha funcionado durante tantos años.  La Casa Real no opina, no se moja en nada. Se han limitado a ejercer sus funciones de “embajadores” de España, que por cierto España ya tiene embajadores y nos salen mucho más económicos que los borbones, y a posar ante las cámaras como una familia de bien. Supongo que ese es el motivo por el que se han ganado tanto tiempo la simpatía de gran parte de los españoles.

El ocultismo que cubre a la Jefatura de Estado no tiene límites. No se puede saber con certeza cuántos millones de euros nos cuesta la Casa Real. No se pueden publicar fotos “indecorosas”, no se pueden hacer canciones o viñetas satíricas, etc. Todo es censurable, incurriendo en el delito por ejercer el derecho a la libertad  de expresión del que tanto presumimos de poseer los españoles.

El caso es que parece que siempre les ha funcionado este sistema de hacerse los tontos que han usado siempre. Aunque parece que a la monarquía últimamente le están creciendo los enanos. Los yernos les salen rana, las infantas dejan su papel de maniquíes, los tiros le salen por la culata hasta los pies, y la sociedad cada vez estamos más hartos de aguantar a estos gorrones mientras nos quedamos sin nuestras casas, nuestros trabajos, nuestros servicios sociales y nuestros derechos que tanto tiempo nos ha costado tener.

Como dice mi madre, a la vejez viruelas. El Rey con los años está perdiendo los papeles (en su caso el de cuchara), y se le está viendo el plumero. ¡Pues va a ser que no es tan campechano como pensábamos! Resulta que encubre a su yerno el Urmangarín aconsejándole que no siga haciendo esas actividades delictivas, en vez de denunciarle a la policía como es su deber de ciudadano. Resulta que en la misma semana en la que el gobierno anuncia sus famosos recortes que nos van a dejar tiritando a todos, a él se le ocurre la genial idea de irse a pegar tiros a los elefantes en un caprichito que cuesta 35.000€. Pueden decir que él no lo pagó con el sueldo que recibe de nuestros impuestos, pero sí pagamos su sanidad, su equipo médico que le acompañó y le operó, su avioncito, su seguridad y todos los extras, que con la que nos está cayendo, me parece que son gastos de los que si hubiese tenido dos dedos de frente, habría prescindido. Pero no, este hombre está desatado. Ya no disimula sus aficiones bochornosas, sus sinceras declaraciones, su verdadera personalidad. Y es que está muy mayor, es un abuelete que le cuesta disimular y contenerse. Acordémonos de ese: ¡Por qué no te callas! Que le hizo tan famoso en los politonos de los móviles. Eso hace 20 años no se le habría escapado. El Rey tiene que jugar su papel de campechano sin opinión que tan buen resultado le ha dado.

Toda esta desfachatez de declaraciones engloba a toda la Casa Real. Recordemos a la Reina en sus declaraciones para el libro de Pilar Urbano La Reina muy de cerca. Esas vergonzosas opiniones sobre el aborto y los matrimonios gais. Señora, nadie le pide que abra la boca y se posicione a favor o en contra de una ley. La ley se acata y se respeta, y no hay más. Limítese a ser la mujer del cuchara, la cucharilla (siempre por debajo de la cuchara, sin posibilidad de cortar ni pinchar). Hace un par de días soltó esta buena mujer la perlita de -lo que le ha pasado a mi nieto con la escopeta son cosas de niños-. Claro señora, a mis hijos les pasa todos los días. Unas veces cazando tigres, otras conejos. Otras veces las perlitas salen de otros miembros de la cada vez más unida familia, como la Infanta Elena, que fue preguntada por los periodistas a las puertas del hospital por la polémica que ha rodeado al viaje, aseguró que "no había oído nada" porque había "estado trabajando". Tal declaración es un insulto a la inteligencia de cualquier persona.

El estado de crispación entre la sociedad es más que evidente. El Rey, tras 36 años de reinado nunca había pedido perdón por nada. Y mira que ha tenido motivos para pedirnos perdón tras abdicar. Ayer pidió perdón, por primera vez. Este gesto de abuelete arrepentido es muy significativo. Para mí, que nunca pierdo la esperanza, significa que la monarquía española está pasando por la peor crisis desde que existe. Que los españoles estamos pasando por la peor crisis desde que se instauró la democracia. Que estamos indignados, que no aguantamos más gobiernos corruptos, recortes sociales, gorrones indiscriminados, pérdidas de derechos que han costado sangre, sudor y lágrimas a mucha gente en este país. Que esto tiene que explotar por algún sitio sin tardar mucho. Que no nos vamos a dejar pisotear, que no nos van a callar, que vamos a cambiar todo lo que tienen montado porque nosotros tenemos el poder, no lo tienen ellos. Que vamos a cambiar el mundo. Por la Tercera República.

“Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”. ¡Claro que no va a volver a ocurrir!, ¡porque te vamos a echar de aquí pero ya! ¡Fuera gorrones!

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